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La película “Intensa-Mente” de Pixar y el manejo de nuestras emociones

A través del lente de la alegría, el miedo, el asco, la ira y la tristeza, el fundador del centro, Richard Davidson, explora cómo la película de Pixar, Intensa-Mente, nos recuerda que para poder manejar nuestras emociones debemos entrenar nuestro cerebro.

Alegría

Existe un entendimiento neurocientífico cada vez mayor de la alegría y la felicidad, y uno de los aspectos importantes que hemos aprendido es lo que podemos denominar el acto de “saborear,” que es la capacidad de disfrutar una experiencia positiva y permitir que logre permear a otras actividades y le de un brillo positivo a nuestras interacciones cotidianas. Hemos aprendido que, si bien las personas con depresión presentan una activación normal de los circuitos cerebrales asociados a la alegría, esta es transitoria y no persistente.

Las personas capaces de persistir en la activación de estas regiones cerebrales fundamentales para la emoción positiva y aquellas que logran mantenerla por más tiempo reportan niveles más altos de bienestar y exhiben niveles más bajos de cortisol, la hormona del estrés.

Una forma de cultivar la alegría y activar esta región del cerebro implica reflexionar sobre lo que he llamado “bondad básica innata,” la tendencia humana a desear la felicidad y estar libre de sufrimiento. Todos los seres humanos comparten esta misma cualidad básica y queda en evidencia en todas nuestras interacciones. Nos permite reaccionar ante quienes nos rodean maximizando su bienestar y, a la vez, nuestro propio bienestar.

Miedo, asco e ira

Las bases neurocientíficas del miedo, el asco y la ira comparten algunas similitudes y tienen dos elementos clave en común: la amígdala y su papel en la recuperación. La amígdala cerebral es una estructura que activa la respuesta de “lucha o huida.” Le indica al resto del cuerpo cuando pasa algo llamativo o cuando algo anda mal, ya sea un coche que se acerca demasiado a la acera (miedo) o la mera idea de una pizza de brócoli (asco) ante los ojos de un preadolescente.

Es normal y saludable mostrar una respuesta apropiada al contexto –una emoción que se adapte a una situación en particular– pero no es deseable que estas emociones perduren más allá del punto en que son realmente útiles. Sabemos que la meditación consciente puede ser útil para regular estas emociones. Ese tipo de entrenamiento resulta en una menor ansiedad anticipatoria hacia el dolor y una recuperación más rápida tras eventos negativos o inciertos.

La ira, sin embargo, supone peligros aún mayores si se deja al mando. Las investigaciones sugieren que la ira es biológicamente tóxica y puede tener efectos negativos en el sistema cardiovascular, aumentando el riesgo de una persona de sufrir un ataque cardíaco. A menudo, la ira surge cuando nuestras metas se ven frustradas. El desafío es aprovechar la energía que puede estar asociada a la ira y encontrar formas de sortear el obstáculo en lugar de golpearse la cabeza contra él.

"Sabemos que la estructura y la función cerebral puede cambiar a lo largo de la vida, incluso en la edad adulta. Esto significa que puede entrenar su cerebro para manejar mejor qué emociones emergen, en qué momento y durante cuánto tiempo"

-Richard Davidson

Tristeza

A diferencia de la ira, la tristeza apropiada al contexto no es tóxica para el cuerpo; sin embargo, en circunstancias en que la tristeza toma las riendas innecesariamente, las personas pueden desarrollar depresión. Para manejar la tristeza, existe un estrategia que puede sonar extraña al principio: la generosidad. A menudo nos entristecemos por las situaciones trágicas y dificultades que otras personas tienen que soportar, y poder ayudarlos a aliviar su sufrimiento contribuye al bienestar de los demás y al nuestro. También nos ayuda a apreciar la perspectiva de otros y a darnos cuenta directamente que no somos los únicos que estamos sufriendo. Neurocientíficamente hablando, la generosidad es un antídoto muy inmediato contra la tristeza y activa circuitos cerebrales asociados a la alegría.

Mientras transitamos nuestro día y nos encontramos con personas que parecen estar pasando por un momento difícil (experiencias que se han vuelto demasiado comunes durante mis viajes frecuentes), podemos hacer un simple ejercicio mental al mirar a cada persona y reflexionar sobre cómo, al igual que nosotros, comparten el mismo deseo básico de querer estar libres de sufrimiento. En esos momentos, podemos decirnos una frase sencilla, como: “Que puedas liberarte del sufrimiento y sus causas.”

Además del ejercicio mental, hallazgos recientes indican que la actividad física puede ayudar a prevenir la depresión. Además, el ejercicio aeróbico es una de las mejores formas de aumentar la plasticidad cerebral, y si se acompaña de aportes psicológicos positivos que se generan a través de los ejercicios mentales ya mencionados, la combinación puede ser particularmente eficaz.

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